Algunas reflexiones para entender la emergencia del 27 de febrero de 2010.
Ing. Luis Ángel Carrasco Garrido (*)
Frente a una gran emergencia es indudable preguntarse si lo estamos haciendo bien, o qué nos falta para llegar a niveles mínimos u óptimos de respuesta, en este tipo de temas la auto-complacencia o el auto-flagelo no sirven de nada. Empezar de cero, y no recurrir a lo hecho como base, o no escuchar a los que han vivido de cerca las emergencias es un grave error. En mi experiencia de 19 años como Jefe del Departamento Técnico de Bomberos Chile, representando a Bomberos en el Comité Nacional de Emergencia por el mismo tiempo, y habiendo adquirido conocimientos relevantes en comités Locales, Provinciales y Regionales de emergencia, además de haber vivido de cerca el control de emergencias, me entregan una óptica diferente y global del problema , en muchos casos conociendo a los actores y las dificultades que existían, permiten hoy enunciar algunos de los problemas que debieran ser tratados:
1. Confiados. ¿Que errores se cometieron en Chile para que una desgracia como la del terremoto del 27 de febrero de 2010, nos sorprendiera tan desvalidos y desarticulados?, tomaré aquí algunas de las palabras de Genaro Arriagada en El Mercurio (7 de marzo), y diré simplemente que nos olvidamos que la Naturaleza es más que el Hombre, por mucho que avancemos en tecnología, en medios, en recursos y capacitación, la naturaleza nos recuerda y nos azota diciendo, “aquí estoy yo”. Nos habíamos confiado, en nuestras capacidades, en nuestra tecnología, pero estas no eran suficientes. Es más debimos habernos hecho cargo de algunas realidades mundiales y locales, que eran muestra concreta de situaciones que se podían dar en Chile. En 25 años, tuvimos algunas emergencias de las que si bien habíamos salido airosos, mostraban falencias que de futuro debíamos hacernos cargo rápidamente. En el episodio del Gobierno de Eduardo Frei en Punitaqui (18 de octubre de 1997, 6,8 Richter), un hombre serio como Carlos Figueroa, en ese entonces Ministro del Interior, había sido inducido a cometer un grave error, en la noche del terremoto. Señaló a los medios que no habían desgracias y al día siguiente habían derrumbadas o afectadas seriamente 8.194 casas y hubo 8 muertos. Ese hecho demostró, que la red de comunicaciones, y la posibilidad de constatar problemas o desgracias, no era fácil, muchas veces la radio o el teléfono está en un solo sitio, y no en todos los sitios, en el bien entendido que funcionen y tengan respaldo. Y el sólo hecho de ir a evaluar desde una localidad con personal calificado corresponde a un desplazamiento de muchos kilómetros, acompañado de dificultades.
2. Riesgos infinitos. Chile es un país de emergencias, muy sísmico, muy volcánico, con grandes facilidades para inundarse, con una gran extensión costera, ¿éste país se podía dar el lujo de no invertir en seguridad? No existía ningún programa político que lo constatara o que lo haya constatado o desarrollado como prioridad; y dado que son tan importantes las encuestas, a la gente no le interesaba el tema, era un tema demasiado aislado y no estaba dentro de las prioridades. En cambio en países desarrollados, como varios Europeos, y Estados Unidos, este tema tenía un respaldo fuerte, tenía una institucionalidad, habían leyes, y la gente debía respetar donde construir, como construir, que debía entrenar, y los simulacros, simulaciones e inversiones en Protección Civil eran obligatorias, y no de libre elección como empezó a suceder en Chile. En muchas ocasiones, esta necesidad ingresó de forma soterrada a través de las necesidades de la ley 16.744 de accidentes y enfermedades profesionales, o simplemente por circulares y objetivos transversales que dependía de la fuerza que le diera una persona en particular, más allá de lo que exigía el país.
3. Institucionalidad. Era posible que Chile como país con tantas posibilidades de emergencias, y catástrofes, que iban desde Sismos, maremotos, erupciones volcánicas, inundaciones, sequías, movimientos sicosociales atentados, intoxicaciones masivas, contaminaciones, incendios, problemas con materiales peligrosos, accidentes camineros, de trenes, choques múltiples, etc. No tuviera un organismo Superior, más allá que una simple “Oficina de Emergencias”, con enormes problemas de presupuesto, personal, y posibilidades de coordinar y dirigir una emergencia. Esta organización se transformó en una oficina de “magos”, por cuanto en situaciones preventivas no tenía ninguna atribución legal más que “llamar la atención”, y todos los movimientos de coordinación, y de obligatoriedad se transformaron en acciones de motivación, o acciones por inter-pósita persona, que le permitiera entregarle un movimiento positivo y compromiso de las partes. Muchas de las personas que hoy reclaman nunca leyeron los planes nacionales, regionales, ni locales de emergencia, nunca ayudaron, ni dieron facilidades para este tipo de acciones, y es más nunca participaron de ellas, ni conocían la institucionalidad establecida. En emergencias menores, que no tienen medición sino que la local, en reiteradas ocasiones autoridades llamaban a la Onemi para requerir información, cuando la información avanzaba desde abajo hacia arriba y eran ellos los que lideraban la emergencia. Esto sucedía porque nunca se dieron el tiempo de asistir e interiorizarse, y muchas veces lo dejaron a cargo de un funcionario menor. Pensemos solamente que muchas de las organizaciones del Estado, no tienen Jefe de Emergencias o por presupuesto el Jefe de Emergencias es el de Aseo y Ornato o cualquier duplicidad que podamos imaginar.
4. Interés de las autoridades y de la gente. Hubo un momento en que “las acciones de la bolsa” en el tema de la capacitación en emergencias, los planes de emergencia y evacuación, la implementación de sistemas, se transaron a muy bajo precio en el interés de la gente, y también para los candidatos, todos cortoplacistas. En muchos Colegios, Universidades, Municipios, Hospitales, oficinas públicas, edificios privados y públicos, empresas, nunca se hizo una evacuación de ensayo en el año, no se tenían planes de emergencia, eran desconocidos, la gente no asistía a las capacitaciones, en fin mil omisiones y excusas, que evidentemente no sólo se las podemos atribuir al Gobierno de turno, o al aparato estatal, pero sí a la falta de conciencia y compromiso de la gente, que tiene que prever la posibilidad de una emergencia, en su casa y su localidad.
5. La Academia. En instancias académicas el tema emergencias, Protección Civil, fueron eliminándose de los programas de Ingeniería, emulándose a una tendencia mundial, donde las carreras ligadas a la Medicina son las que más estudian estos fenómenos, seguidos por carreras del área social y finalmente las carreras de ingeniería. En mi humilde visión estos son temas transversales que debieran tocar a todas las carreras, pero con responsables y objetivos concretos, lo que no sucede
6. Cambios de cultura. Chile había cambiado, ya no vivíamos mayoritariamente en casas grandes y sólidas, las viviendas y departamentos son extremadamente pequeños, y nos encontramos con una cultura del individuo sólo viviendo en un departamento pequeño, sin posibilidad de guardar nada, “cultura de la taza y la cuchara”, de gente que no conoce a su vecino, ni el barrio en que trabaja, come y se acuesta o pasan todo el día en la calle. Personas que van todos los días al supermercado y compran para el día o dos jornadas. Los mismos que ese día de la emergencia, no tenían linternas, velas, ni una despensa llena como aquellos que compran mensualmente, ni bidones de agua, ni un stock de víveres de emergencia. Nos habíamos olvidado que esa gente nunca había vivido desabastecimiento, corte de agua y luz. Estaban atrapados, no sabían de que se trataba, son gente con treinta años de vida, que pensaron que el mundo se acababa, los que permanentemente están ligados al celular y a un computador, que en treinta años, no se recuerdan de terremotos, cortes de luz, que comen al día, son “los nuevos minimalistas” viven con lo justo, no acumulan cachureos, lo que se rompe o se echa a perder se cambia. Ellos quedaron sin agua, y alimentos, no conocían a sus vecinos, no tenían forma de organización, su celular no funcionaba, tenían una tarjeta de crédito, no había cajeros, la noche se les había venido encima el día del terremoto.
7. La soberbia de los jaguares. Cualquier plan de emergencia, plantea un plan A, y si falla el A, está el B y el C, esa es parte de la fortaleza del sistema, que se pone en el lugar de escenarios catastróficos e increíbles. En mi experiencia de 27 años en este tema ya me había parecido que no existía nada tan increíble, la situación de las Torres Gemelas desperfiló todos los planes y procedimientos unidireccionales, y vimos acciones caóticas, inconducentes y muertes innecesarias, que hasta hoy se discuten. Una situación similar ocurrió en la emergencia generada por el huracán Katrina, la lentitud en la respuesta, la falta de Prevención, la falta de inversión en protección, la falta de previsión, la falta de albergues adecuados, y programas de reinserción y reconstrucción, ¿si Estados Unidos había vivido eso porque nosotros no? ¿Qué hacía creer que Chile estaba entre los mejores del mundo en estos temas, y no iba a cometer errores?
8. Segunda lección de los jaguares. Mucho se había hablado de los teléfonos satelitales, como solución a las comunicaciones. Cuando las comunicaciones se caen no se requiere sólo un teléfono, sino que muchos teléfonos satelitales para hablar, en regiones tan extensas y complicadas, el tener uno no era la solución, es más la solución habría sido tener un teléfono en el lugar del epicentro o del maremoto. Por mucho que hubiéramos hecho repartición de teléfonos, dudo que en la lista hubiese estado en primer lugar Dichato o Cobquecura. Sin embargo, tecnología radial VHF, HF, frecuencia ciudadana pudieron estar habilitadas, chequeadas y dentro del sistema. Paulatinamente los integrantes de esta red de radio aficionados, fueron aislados y se les quitó la importancia que tenían. Por lo pronto, habían una serie de redes de radio, partiendo por obras públicas, Bomberos, Hospitales, etc., que además de no tener un nexo entre ellas, muchas se eliminaron, por encontrarse anticuadas y obsoletas. Ya no existían Jefes de repartición que quisieran andar con radios portátiles o que un Jefe de importancia quisiera tener una radio en su casa, los beepers elementos tremendamente importantes, por la cantidad de información escrita transmitidos con mensajes livianos, aún se utilizan en el mundo, y los servicios de emergencia compatibilizan todos los sistemas, por cuanto andan con beepers, radio y celular. En cambio Chile dejó todo en manos de los celulares, y ya teníamos pruebas suficientes para entender que cuando una antena no funcionaba se perdía cobertura y confiabilidad, y que cuando todos hablábamos para año nuevo el teléfono simplemente nos acompañaba con una falta de red o saturación.
9. Habíamos perdido el rigor. ¿Quién contestaba el teléfono?, en un sistema especializado muchos servicios, fueron cambiando sus operadores de turno, y al personal adiestrado para situaciones especiales. No fue novedad que después del terremoto funcionarios relativamente nuevos y operadores de turno, hubiesen estado aterrorizados después del sismo, y también saturados y sobrepasados por el enorme número de alarmas y demandas que nunca habían imaginado o simplemente con el silencio de las comunicaciones cortadas y la oscuridad de la noche, preguntándose ¿Qué debían hacer?. Esto porque aquellos que habían vivido situaciones complicadas ya no estaban, y los entrenamientos ya no incluían situaciones límites para formación de los nuevos. ¿Hace cuanto tiempo el chofer de emergencia, ya no duerme al lado del aljibe o de la camioneta?. Algo similar podríamos señalar en cuanto a pilotos de turno de helicópteros y de avionetas que debían estar ahí y no en su casa, y que en situaciones excepcionales, de demanda eventual esperaban una llamada por celular o un radio-taxi a la casa, que esta vez no llegarían.
10. El entrenamiento bajo la razón de caos. La formación de los grupos de emergencia o servicios que por su naturaleza trabajan en una emergencia, habían bajado sus instrucciones de qué hacer en situaciones catastróficas, estableciendo que pasaba si ellos quedaban sin comunicación, sin transporte, o tenían que transformar la calle como centro de operación, los enlaces de emergencia se dejaron de hacer y trabajos en conjunto también, algunas experiencias no pasaban de ser simulacros aislados, pero en ningún caso una capacitación planificada, de largo plazo en conjunto. A eso agreguemos que estos servicios tienen una fuerte participación de funcionarios de menos de 30 años que no han vivido experiencias de catástrofes mayores.
11. Los grupos de Emergencia. Cuando me correspondió ir hace algunos años a estudiar las formas de Administración de las Emergencias y el Rescate Urbano (estructuras colapsadas, que aún no llegaba a Chile formalmente), a Seattle U.S.A, aprendí que este tipo de Grupos no lo compone sólo una institución no están sólo los Bomberos, o los Militares, o los Policías, hay ordenamientos superiores donde permiten que trabajen, y se entrenen todos juntos porque este problema es superior a todo tipo de capacidades, y que obviamente el mando lo puede tener cualquiera, no como sucede acá que en una labor muy específica y profesional la lidera alguien que no tiene experiencia en esa materia. Además no todas las instituciones tienen el mismo entrenamiento ante una misma situación. Los grupos que acuden a tareas post terremoto, son muchas veces grupos de otra región no afectada y no salen debilitando sus propias líneas, vale decir: “el grupo de rescate, viene de Arica”, y las instancias locales se preocupan de resolver los problemas, para mantener el servicio normal, y lo excepcional, lo cubren de afuera. Adicionalmente se mantienen redes internacionales en la misma línea, así como contenedores armados con alimentos, herramientas, radios, madera para alzaprimar etc., para asegurar abastecimiento y no provocar problemas adicionales en la zona cero. Por cuanto buenos samaritanos, y fuerzas no previstas son un problema, porque necesitan, agua, alimentos, techo abrigo, materiales, etc. Y eso debe estar previsto en cualquier plan de catástrofe.
12. Ejemplos Mundiales. En Kobe se había demostrado que países muy avanzados en tecnología e ingeniería también pueden perder todo. Pero se agregaba un componente extra, los medios de comunicación masiva abierta. Como estos medios no estaban dentro del Plan de Emergencia, se transformaron en inquisidores de las autoridades, y aumentaron, la histeria, el miedo, el desconcierto y la magnitud del hecho que ya era inmenso. Una prueba de ello es que “el Primer Ministro pedía perdón por no estar presente en menos de 48 horas en el sitio del suceso”. Algo similar sucedió en Katrina, y en España el Gobierno saliente perdió una gran cantidad de adherentes por el episodio 11 M. El Terremoto de 1906 en Valparaíso con fusilamientos y todo, el del 1939 en Chillán, el 1960 en Valdivia, también tuvieron demoras y saqueos, pero no tuvo un ojo que complicara, aún más lo que ya era complicado para los actores. Por cuanto los problemas de procedimiento, institucionalidad y legales no se resuelven sobre la marcha, porque todo problema se soluciona cuando la institucionalidad, y el estado de derecho no están lesionados. Y no cuando no funcionan correctamente, porque no hay tribunales, porque los carabineros están afectados por el terremoto, como los hospitales, colegios y cuanto hay; no le podemos cargar al sistema que funciona en orden, que accione normalmente en el caos absoluto, a no ser que creemos una organización que funcione con atribuciones, deberes, y obligatoriedades en escenarios de caos.
13. Errores de Procedimiento estratégico. Que un Presidente visite a un Carabinero que fue herido en un tiroteo, es bien visto, lo muestra cercano y da una buena señal. Que un Presidente salga en el Primer helicóptero a la zona cero a ver personalmente lo que ha sucedido, así como aquel que pilotea un avión, después de severas réplicas nunca vistas con alertas de Tsunamis ad portas, son acciones que no calificaré fuertemente por la envergadura de los actores, pero diré que son poco afortunadas. No por ellos, puesto que no cabe duda que están preocupados, pero en una emergencia el que manda y tiene el poder absoluto, debe estar en una “capsula, en un bunker”, porque agregarle a la causa, la muerte del Presidente, es golpear al país en el suelo, y ese tipo de hechos puede traer más problemas graves. Y como es lógico que una autoridad deba ir, lo tiene que hacer por el medio más seguro, planificadamente y cuando corresponda. Previamente sus ministros y delegados deben visitar las zonas afectadas y debe avanzar cuando sea extremadamente necesario y los riesgos sean menores. Los deseos y la imagen son importantes, pero obviamente el país está primero. Y así también para cargos estratégicos, en esa condición tampoco podía salir de la Onemi su Directora Carmen Fernández.
14. La enseñanza que no se obtiene en un día. La enseñanza relacionada con las Emergencias no se obtiene participando en una simple evacuación, o escuchando a alguien que nos comenta rápidamente que hay que hacer en caso de terremotos. Este es un tema que debe ser tratado de modo permanente en el tiempo usando todo tipo de canales, los formales como en Colegios, sobre todo la enseñanza básica, la enseñanza Superior, o en el trabajo, en instancias semi informales o donde el registro no es obligatorio, las iglesias, junta de vecinos, Club deportivos, Condominios, Villas, etc. Deben involucrarse y dar el ejemplo organismos superiores, como Municipios, Gobernaciones e Intendencias, utilizando instancias, teórico-prácticas, y ensayos programados y sin previo aviso, donde finalmente todas las fuerzas vivas participen de la organización, y de la puesta en marcha de las acciones de protección civil. Deben existir programas reales con las planificaciones, los planes y las formas de capacitar
15. El auto-cuidado. Lo que era propio del chileno su auto-cuidado, sus precauciones, su conocimiento del barrio y del vecino en algún momento se perdió. Esto debe ser recuperado y reforzado, con acciones, que permitan adentrarse en las casas y enseñar a organizarse en la célula más básica, que es la familia, la que puede y debe constituirse en el gran soporte del sistema. Acciones que adicionalmente se podrían reforzar con entrega de linternas, bidones para el agua, silbatos de ayuda, planos con zonas de seguridad, y con la implementación de sirenas o alarmas locales. El punto es que no existe un carabinero, ni un bombero para cada familia, y si no somos capaces de que cada familia se dé su propio orden, materializado en un plan de contingencia doméstico, será imposible hacerle frente a eventos catastróficos.
16. De Capitán a paje. Por mucho tiempo hemos visto que estos planes de emergencia o contingencia fueron recibidos para ser aplicados por algunos y no por todos. Es conocido que en muchas empresas donde se realizaba un ejercicio de evacuación el gerente y los jefes superiores no participaban porque había cosas más importantes. En reparticiones públicas sucede algo similar porque es difícil y se tienen visitas, en supermercados y mall, porque no corresponde, en edificios residenciales porque trabajan. En fin, siempre existirá una respuesta cuando algo no quiere hacerse. La última prueba de oro fue para la transmisión del mando, mientras algunos decían que habría sido un descalabro, postergar o trasladar la transmisión del mando presidencial, la gente común y corriente corría hacia los cerros por un posible Tsunami, ¿Qué habría sucedido si una autoridad se muere? Las alertas y las evacuaciones son para todos y así actúan los países civilizados y comprometidos. La evaluación de riesgo de la Transmisión del Mando debió haber previsto un plan B y un C, o simplemente se debió llevar a cabo en un lugar libre de riesgo inminente y no en Valparaíso.
17. Los Cuerpos legales. Para que funcione un sistema debe existir un respaldo legal y presupuestario, y dirigido operativamente por un estamento al nivel de la exigencia, es decir, por expertos en emergencias; no es posible estar pidiéndole por favor a los ministerios que hagan cosas que no están escritas, o que se tenga que llamar al Presidente para que éste de soluciones a los problemas técnicos y estratégicos. Sería como pedirle que dirigiera la guerra. Por lo tanto, tratar de crear una institucionalidad de la emergencia, con profesionales que nunca han estado en una emergencia, o esperar que aprendan tras vivir emergencias, se corre el riesgo que ante uno de estos escenarios se vean sobrepasados y no tengan la serenidad ni el coraje para tomar decisiones oportunas y adecuadas, que pueden escapar a las tradicionales y que van más allá de las experiencias creadas sólo en escritorios.
En este tipo de tema no cabe más que trabajar bien y con cuidado como la situación lo amerita, no se debe emprender una guerra o librar una batalla sino cuando se puede esperar más provecho de la victoria que perjuicio de una derrota y me parece que una frase de Julio César viene bien en esta ocasión: “Festina lente” que quiere decir, "Apresúrate despacio".
(*) Luis Ángel Carrasco Garrido / donluiscarrasco@gmail.com
· Ingeniero en Prevención de Riesgos y Medio Ambiente especialista en emergencias
· Docente Universitario para las Carreras de Prevención de Riesgos, Construcción Civil y Arquitectura
· Diplomado en Administración de Emergencias y Técnicas de Intervención y Salvamento en Catástrofes, Madrid, España, Escuela de Protección Civil
· Diplomado en Gestión de Riesgos Catastróficos y Atención de Desastres, Santa Cruz de La Sierra, Bolivia, Escuela de Protección Civil
· Diplomado en Dirección y Planificación en Prevención de Desastres en La Academia de Guerra Ejercito de Chile en conjunto con ONEMI
· Profesor de Filosofía de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación
· Magíster en Educación y Administración de la Universidad de Tarapacá
· Ex Jefe del Departamento Técnico de Bomberos de Chile
· Integrante por más de 15 años de Comités de Emergencia Nacional /Regional/Provincial y Local