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Apuntes del Profesor Luis Carrasco-Garrido

El hijo mayor de Sara Bennett llevaba poco tiempo en primero básico cuando ella y su marido se encontraron con una inesperada sorpresa: el niño llegó del colegio con una tarea por hacer. A los seis años, aún no sabía escribir, pero la profesora le había pedido que todas las noches leyera algo y luego llenara una hoja con el título, la cantidad de páginas y el tema del libro. Se suponía que ese deber no tenía que requerirle más de 10 minutos. Aun así, a Sara y su marido no les gustó la idea. "La verdad es que yo ni siquiera sabía que a esa edad daban tareas, y nosotros sentimos que ese trabajo no tenía sentido, en primer lugar porque nuestro hijo no sabía escribir. Se lo dijimos a la profesora, y ella nos respondió que era bueno que se acostumbrara a hacer un deber escolar de 10 minutos al día. Nosotros le expresamos nuestro desacuerdo. Muchos padres sienten que los profesores saben mejor que uno lo que es bueno para los niños, pero nosotros sentíamos que conocíamos a nuestro hijo mejor que nadie y no encontramos ninguna razón para que convirtiera algo entretenido ?que es leer? en un aburrido deber", cuenta Sara desde Nueva York.

Doce años después, lo que empezó como un simple desacuerdo con una profesora se ha convertido en una verdadera cruzada. En los años que siguieron, Sara y su marido mantuvieron su postura de no obligar a sus dos hijos a hacer las tareas y ella, además, se puso a investigar y a entrevistar expertos en el tema. En 2006 publicó (junto a la periodista Nancy Kalish) el libro "The Case Against Homework: how homework is hurting our children and what can we do about it" (El caso contra las tareas: como los deberes están dañando a nuestros hijos y qué podemos hacer al respecto) y lanzó un blog, http://stophomework.com, a través del cual no sólo difunde información sobre los efectos de la sobrecarga de tareas, sino que además dialoga con personas de distintos países sobre las mejores maneras de enfrentar colegios y profesores al respecto y entrega datos prácticos para acercarse a ellos de la mejor manera. Hoy es considerada una verdadera activista antitareas.

"Hay que cambiar toda la cultura y el pensamiento detrás de las tareas. Esa es mi misión: educar a la gente para que piense realmente en lo que se está haciendo. Siento que los colegios se han olvidado de lo que significa ser niño. A los ocho años, un pequeño no tiene habilidades para planear cosas a largo plazo, está centrado en el momento, sus preocupaciones son ellos mismos, sus amigos y recién está abriéndose más a la comunidad. Por eso, no tiene sentido pensar que un niño de esa edad pueda manejar varios proyectos y sentarse a trabajar en ellos. Además, necesita dormir 12 horas por noche y pasa siete en el colegio, así que le queda poco tiempo para hacer otras cosas, como jugar. Hemos transformado la niñez en algo que es trabajo, trabajo, trabajo; muchos niños incluso trabajan más que los adultos que llegan a su casa después de la oficina y no tienen tareas pendientes", lamenta.

   

Tareas sin beneficios
 

A diferencia de algunos expertos que creen que cierto tipo de deberes pueden traerles beneficios a los niños, Sara Bennett asegura estar en contra de ellos de manera general. Y lo justifica citando investigaciones y evocando sus efectos negativos sobre niños y padres. "Por culpa de las tareas muchos niños empiezan a odiar el colegio, porque pasan mucho tiempo ahí y además tienen que seguir trabajando en la casa después. Cuando aprenden a leer, se les quita su amor por la lectura, y eso es grave porque leer es una de las mejores maneras de desarrollar su capacidad intelectual. Las tareas implican muchas peleas y estrés entre los padres y sus hijos, porque la mayoría de los niños no son capaces de hacerlas solos y eso genera una mala relación con los padres. Además, de alguna manera los deberes les enseñan a los niños a depender de sus padres, cuando debiera ser algo que pudieran hacer solos. Eso crea un patrón de conducta difícil de eliminar cuando son mayores", explica.

Sara Bennett cuenta que en Estados Unidos se ha llegado al extremo que los jardines infantiles asignen tareas. Eso, dice, aun cuando la investigación disponible respecto a la utilidad de los deberes escolares es inequívoca. "La investigación dice que no existe ninguna correlación entre las tareas y el rendimiento académico en la básica. Y en la media la única correlación que existe es que, cuando hacen tareas, los alumnos tienen mejores notas en general y mejores resultados en las pruebas que preparan los profesores. Pero eso es normal, ya que los deberes representan un porcentaje de las notas. También es obvio que si estudian la materia que les pasa el profesor, les irá mejor en sus pruebas. La investigación no indica en cambio que los deberes aseguren un mejor rendimiento académico a largo plazo, o que impulsen el amor de los niños por aprender, o incluso que los niños vayan a saber más cosas. Nadie está reflexionando sobre lo que significa realmente aprender", dice.

Para demostrar su punto, Sara cuenta que el año pasado entrevistó al director de un colegio que había hecho un experimento revelador. "Al principio de tercero medio les hicieron tomar a los alumnos el mismo examen que les habían dado unos meses antes, al final de segundo medio. La mitad de los alumnos reprobaron, cuando la primera vez habían respondido bien entre el 90 y el 100 por ciento de la prueba. Eso muestra que los niños pueden tener buen rendimiento en una prueba, pero que luego se les olvida la materia. Eso llevó al colegio a revisar toda su malla curricular y la manera en que se enseñaba".

Según Sara Bennett, uno de los problemas más preocupantes es que la asignación de tareas no toma en cuenta el proceso de desarrollo de los niños. "Hay que recordar en qué punto están los niños y los adolescentes también. El cerebro de estos últimos todavía está desarrollándose mucho y ellos necesitan tiempo para permitirle desarrollarse. No tienen las mismas habilidades que los adultos, como, por ejemplo, las llamadas habilidades de función ejecutiva que permiten manejar una gran cantidad de material de distinto tipo y tener una buena capacidad de gestión. Son habilidades que han aprendido, pero que todavía no están del todo establecidas a los 15 años. La mayoría de la gente con la que hablo, ya sean educadores, directores de colegio o profesores, sabe que lo que les estamos haciendo a nuestros niños no es sano y no trae beneficios. Pero todo el mundo lo hace igual, porque creen que es lo que se espera de ellos". 

 
Generando un cambio

 

La buena noticia, dice Sara Bennett, es que se puede hacer algo al respecto. Los primeros en poder actuar para proteger a los niños de la sobrecarga de tareas son los padres. En ese sentido entrega distintas recomendaciones sobre la manera de proceder.

En primer lugar, esta abogada les aconseja a los padres no ignorar las dificultades cuando un hijo reacciona negativamente a las tareas. Existen casos en que los niños hacen pataletas porque no quieren hacer sus deberes, no pueden dormir o empiezan a tener dolor de estómago por el estrés que significa para ellos. En todos esos casos, o simplemente si el niño está cansado, recomienda a los padres que dejen que sus hijos no hagan las tareas. "Se le puede mandar una nota al profesor explicándole que el niño no hizo sus deberes porque estaba demasiado cansado, porque eran demasiado difíciles o por cualquier motivo, y pidiéndole que no lo castigue por eso. Muchas personas no piensan en hacer esto que es tan simple y que muchas veces basta para tener una buena respuesta del profesor", asegura.

De manera general, Sara Bennett cree que el primer paso que deben dar los padres siempre es hablar de manera individual con los profesores. Distingue dos maneras de proceder. Una es válida para los niveles de básica y la otra para la media. "En la básica lo mejor es explicarle al profesor que las tareas no funcionan para usted y su hijo. Muchas veces éste buscará algún acomodo, porque son numerosos los profesores de básica que no saben que las tareas son un problema y les quitan tanto tiempo a los niños. Entonces al enterarse dejan de asignarlas".

Cuando la cosas no se dan de manera tan fluida, la activista recomienda que los padres se comuniquen con sus pares y los inviten a hablar con los profesores también. "Si los profesores escuchan la misma propuesta de tres o cuatro padres de alumnos, entonces les será más difícil ignorar el problema".

Cuando esto no funciona, hay otras alternativas, como juntar a todos los padres e ir a hablar con el director del colegio sobre la utilidad de los deberes escolares. También se puede acudir a las autoridades educacionales locales y pedir que se cambie la política de tareas a nivel más global. "Yo siempre sugiero partir desde abajo y hacerse camino hacia arriba, porque así se consiguen cambios más rápidamente. Si uno parte pidiendo un cambio en las políticas educativas locales, puede demorarse varios años en obtener un resultado".

A nivel de la media, dice Bennett, el procedimiento debe ser un poco distinto. "Ahí es más eficiente moverse de manera colectiva, porque los colegios están más enfocados en conseguir que sus alumnos entren a la universidad y se conseguirá menos de un profesor a nivel individual".

La abogada asegura estar consciente de que dar esa batalla no es fácil. Ella misma experimentó las repercusiones que puede tener. Cuenta que su hija, hoy de 15 años, no sólo tuvo malas notas, sino que se enfrentó en distintas ocasiones a la molestia de sus profesores porque había llegado sin hacer las tareas. "Era un estrés. Yo tenía que ir a ver a la profesora y decirle: Mi hija me contó que usted levantó los ojos al cielo porque no había hecho las tareas. Ella me contestaba: Es que es muy sensible, y yo le tenía que decir puede que sí, pero a ella eso le afecta, así que por favor sea más profesional y recuerde que no hace las tareas porque yo le digo que no las haga".

En el caso de su hijo, las cosas fueron más complicadas aún. Pese a sus esfuerzos por establecer un diálogo con el colegio, el conflicto en torno a los deberes llegó a un punto tal que tuvieron que cambiar al niño de establecimiento. "Creo que si suficientes padres dijeran ya no vamos a hacer tareas, llegaríamos al final de esto, pero eso requiere valentía porque hay repercusiones. Sin embargo, estoy convencida de que las consecuencias de hacer tareas son peores".

Aunque el proceso que implica generar un cambio cultural es lento, Sara Bennett ya ha obtenido resultados. A través de su blog, se puso en contacto con distintas personas de Estados Unidos, Canadá y otros países que ha asesorado (incluso intercambió mails con un grupo de madres chilenas abrumadas por la cantidad de tareas que recibían sus hijos). Gracias al trabajo que hicieron en conjunto con ella, dos padres de familia en Toronto y en la localidad de Danville, en California, lograron que las autoridades locales cambiaran la política de asignación de tareas en todo el distrito educacional. El cambio influyó en miles de niños.

"Puedo estar ayudando a una persona en Wyoming y otra en New Jersey. Lo hago de distintas maneras. Si quieren cambiar la política del distrito miro la que tenían y les sugiero qué transformaciones incluir, o puede que simplemente los aliente a escribir columnas de opinión en los diarios locales para conseguir apoyo en la comunidad. Mi gran frustración es que si lo hacemos de a una persona a la vez, el cambio va a demorar mucho tiempo en llegar".

Sara Bennett tiene un consuelo: en los últimos años se ha generado más debate público en torno al tema y de a poco está apareciendo más conciencia al respecto. "Ha habido mucha atención de los medios en torno al problema de las tareas y creo que por lo menos ahora la gente sabe que no existe correlación entre los deberes y el rendimiento académico. Antes no lo sabían. Eso no significa que las prácticas hayan cambiado, pero sí hay un mayor conocimiento".

 Daniela Mohor W / Revista Ya

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Comentarios
D
mi nieta estudia en el colegio santo domingo de valparaiso y se acuesta a la una de la mañana para poder cumplir con todas sus tareas .ES EXESIVA LAS TAREAS QUE LE DAN ADEMAS QUE CUMPLE CON LA JORNADA COMPLETA JUSTICIA PARA LOS NIÑOS
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D
es antipedagogico no dejar descansar el cerebro de los niños ya que son seres humanos NO SON ROBOTTS
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D
es pedagógico no dejar descansar el cerebro de los niños ya que son seres humanos y no robotts
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L
<br /> mirian mis hijos estudian el el colegio montessori bogota y sabes cuanta<br /> tareas les envian a diario 9 aprox.en 4 de primaria crees tu que el sistema montessori es bueno .ya lo desviaron del camino para justificar la plata que nos quitan mensualmente de 1.700.000.y es un<br /> engaño y un abuso con nuestros niños y con nosotros ,al final del camino resultamos los niños y los padres odiando el colegio ,parejas separadas yconflictos esa es la educacion que nos estan dando<br /> <br /> <br />
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J
<br /> Los niños en general desde muy pequeños son expuestos a una sobrecarga académica, lo que trae como consecuencia un estrés a una temprana edad, lo que puede traer como consecuencia que los niños<br /> acarren problemas psicológicos, y que además termine por odiar el colegio lo que puede desencadenar en un bajo desempeño académico de los niños.<br /> Analizando bien de verdad los colegios a veces se les olvida que los niños son niños, y le asignan una gran cantidad de deberes, además un niño pasa la mayor parte del dia en el colegio y que<br /> además tienen que realizar deberes después de las horas de colegio, se podría decir que los niños trabajan mas que sus padres.<br /> Para mi un niño tiene que ser niño y vivir plenamente sus etapas de vida, pero eso si un niño debe ir asumiendo al transcurso de los años responsabilidades, para su formación como personas<br /> responsables.<br /> <br /> <br />
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