Overblog Todos los blogs Blogs principales Economía, Finanzas y Legal
Edit post Seguir este blog Administration + Create my blog
MENU

Luis Carrasco Garrido
Académico, Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM)
Director del Programa de Gestión del Riesgo y Cambio Climático

 

En el estudio contemporáneo de la gestión del riesgo de desastres, la distinción entre riesgo natural, antrópico y socionatural constituye más que una categorización técnica: define la orientación ética y política de la acción preventiva. Mientras los riesgos naturales emergen de procesos físicos fuera del control humano, los riesgos antrópicos derivan directamente de la conducta y de las decisiones del ser humano. En tanto, los riesgos socionaturales resultan de la interacción entre ambos planos, donde las estructuras sociales, económicas y territoriales determinan el grado de exposición y vulnerabilidad frente a los fenómenos naturales.

Sin embargo, más allá de su complejidad conceptual, la clave de la prevención está en reconocer que el riesgo socionatural es consecuencia estructural del riesgo antrópico. No existe un riesgo socionatural sin la intervención humana previa que haya modificado el territorio, degradado el ecosistema o generado vulnerabilidad social. Por ello, el abordaje del riesgo debe ser inductivo, no deductivo: comienza en la comprensión y control de los riesgos antrópicos y culmina en la gestión de los riesgos socionaturales. Dicho de otro modo, el riesgo socionatural es la consecuencia sistémica del error o la omisión humana.

El riesgo antrópico es, por tanto, el espacio donde la acción preventiva tiene su mayor potencial. Aquí el ser humano puede actuar sobre la causa, no solo sobre la consecuencia. La ingeniería, la planificación, la educación y la legislación constituyen herramientas de prevención directa, capaces de modificar comportamientos, corregir prácticas inseguras y anticipar escenarios de crisis. En cambio, el riesgo socionatural exige respuestas estructurales, ordenamiento territorial, políticas públicas, mitigación ambiental que, si bien son necesarias, dependen en última instancia de decisiones humanas previas.

Por eso, hablar de riesgo socionatural sin comprender la raíz antrópica es describir el efecto sin analizar la causa. Las ciudades vulnerables no son producto del azar geográfico, sino del modo en que el ser humano construye, legisla y habita. En ese sentido, la ignorancia o la inacción son también formas de riesgo, porque perpetúan condiciones que facilitan el desastre. La prevención comienza en el conocimiento de los fenómenos, pero se consolida solo cuando dicho conocimiento se traduce en acción responsable, en cambio de conducta individual e institucional.

El riesgo antrópico revela, en definitiva, el lugar donde el ser humano tiene poder para transformar su destino. Es allí donde la acción preventiva se hace tangible, donde el conocimiento se convierte en herramienta ética. El riesgo socionatural, aunque estructural, puede ser evitado si la sociedad asume su responsabilidad en la generación de vulnerabilidad. En última instancia, la gestión del riesgo no se reduce a la administración de amenazas, sino a la transformación cultural que permite prevenirlas.

Así, la prevención no nace en la estructura, sino en la conciencia. Sin conocimiento y sin acción no hay cambio posible. Prevenir el riesgo socionatural es, antes que todo, conocer y corregir el riesgo antrópico: comprender que el desastre no proviene de la naturaleza, sino de la manera en que el hombre decide vivir en ella.

Epílogo: Conocimiento, conducta y estructura

La gestión del riesgo de desastres encuentra su equilibrio cuando logra integrar tres dimensiones inseparables: el conocimiento de lo natural, el cambio de conducta en lo antrópico y la preservación de lo estructural. El conocimiento de los procesos naturales permite comprender los límites del territorio, las dinámicas del clima, la energía de la Tierra y las señales de la vulnerabilidad ambiental. Sin ese saber científico y técnico, la acción humana se vuelve ciega frente al riesgo.

Pero conocer no basta. La verdadera prevención requiere cambio de conducta: transformar las prácticas cotidianas, las decisiones de planificación, el uso del suelo y las formas de producción. El ser humano, en su capacidad de decidir, es quien crea o evita el peligro. De su conducta depende que la naturaleza se convierta en desastre o en equilibrio.

Finalmente, la consecuencia de esta interacción se manifiesta en lo estructural, entendido como el conjunto de sistemas sociales, normativos, económicos y territoriales que sostienen a la comunidad. Si no se modifica la conducta antrópica, el impacto se refleja en la estructura social: ciudades vulnerables, ecosistemas degradados y sociedades expuestas.

En síntesis, la prevención integral se sostiene en una secuencia lógica e inductiva: 1) conocer lo natural, para entender los límites del entorno; 2) cambiar la conducta humana, para actuar dentro de esos límites; y 3) proteger lo estructural, para garantizar sostenibilidad y resiliencia.

Esta tríada resume la esencia de la acción preventiva moderna: ciencia para comprender, ética para decidir y responsabilidad para transformar. Conocimiento de lo natural, cambio de conducta en lo antrópico, para no impactar en lo estructural. Es la síntesis del pensamiento preventivo y el fundamento de una gestión del riesgo verdaderamente humana y sostenible.

Tag(s) : #Prevención de Riesgos, #RRD, #Reducción de Riesgos de Desastres, #Planes de emergencia, #Seguridad-Prevención-Emergencias, #administracion de riesgos, #elplanetasederrite, #prevencionderiesgos, #riesgosocionatural, #riesgoantropico, #riesgonatural
Compartir este post
Repost0
Para estar informado de los últimos artículos, suscríbase: